El
arma de fuego es un
dispositivo destinado a propulsar uno o múltiples
proyectiles por medio de
presión de gases con el fin de tiro a distancia. Este término se aplica únicamente a los dispositivos que despiden gas a alta presión tras una reacción química de combustión dentro del mismo dispositivo; de este modo se suele excluir como
armas de fuego a los dispositivos que propulsan
proyectiles por medio de
aire o
CO2 almacenadas a presión por otros medios, los cuales en cambio se tienden a clasificar como
arma neumática, aunque en algunos países como
Alemania,
Canadá y
Japón se los clasifica como armas de fuego.
Desde el
siglo XI d. C. se conocían en
China mezclas pirotécnicas de
salitre,
carbón y
azufre que fueron empleadas como explosivos de escasa potencia, y existen también testimonios del
siglo XIII d. C. que revelan cómo algunas de las mencionadas mezclas fueron utilizadas como propelentes en armas rudimentarias de
bambú que lanzaban diversos proyectiles.

Las armas de fuego son herramientas que fueron creadas para la defensa humana. La
pólvora y el conocimiento de su empleo explosivo o propulsivo llegó a
Europa de la mano de los
científicos árabes entre finales del siglo XIII a principios del
siglo XIV d. C., donde la referencia más antigua la encontramos en el tratado de
Marco Greco, que describe la composición de la pólvora negra, aunque existen referencias más fidedignas en dos
manuscritos de
Walter de Milimete, capellán de
Eduardo III de Inglaterra que se remontan a
1326 y que describen lo que actualmente se consideran los modelos más antiguos de armas de fuego.
Sin embargo, es a partir de la segunda mitad del siglo XIV d. C. que se registraron mayores y frecuentes referencias al uso bélico de las armas de fuego, de las que las primeras en desarrollarse fueron las armas portátiles, que son aquellas armas que pueden ser fácilmente empleadas y transportadas por una sola persona.
Al principio las armas de fuego eran poco fiables e inseguras, pero han ido evolucionando hasta alcanzar un nivel de utilidad y practicidad que las han convertido en uno de los medios para herir, asesinar o cazar más eficaces que además puede utilizarse en otro tipo de actividades humanas como, por ejemplo, el
deporte.
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